Prosa

Apátrida

20 octubre

Siempre me ha costado entenderme, 
incluso creo que cada día me entiendo un poco menos.

Aveces se me olvida qué es lo que quiero,
y hasta me cuesta reconocerme en los espejos.
Ya no sé si me gusta dormir bajo las estrellas
 o escribir en los trenes,
pero creo que he cogido demasiados que no debía 
y perdí otros tantos por no querer despedirme de ti en el andén.
Y amén por ello
y por todas las veces que me tropecé por ir mirando hacia atrás
o hacia el cielo, buscando de nuevo la Osa Mayor.
Y es que no hago las cosas bien, 
siento que me rendí antes de tiempo;
abandoné mil pasiones por obligaciones
pero nunca al revés,
Y es que hoy me he perdido en tus ojos
intentando encontrarme.

Si pudiera, 
te encerraría en mi terraza durante un domingo entero
y te bailaría hasta que el sol se fundiese sobre nuestra piel,
como si nos pidiera que nos fundiéramos 
tu y yo con él.
Silenciosamente te dejaría entrar por una puerta secreta
y como si de algo pecado se tratase
te acostaría en mi pecho
dejando que me lamieras como si tu boca tuviera el don de leer 
y yo fuera tu libro favorito.

Siempre me ha costado entenderme, 
pero ojalá me entiendas cada día un poco más.

Narración

El que se va no vuelve, aunque regrese

08 octubre

Yo aún siento como tu sonrisa me deshace, como toda mi ropa huele a cuando estabas. Pero la memoria engaña, quizás esa noche no existió, quizás la luna no estaba tan llena como la vieron mis ojos, quizás todo fue un auto-engaño y ese cruce de miradas que anunciaban el alzamiento de mi bandera blanca ante ti, y ese ápice de luz pura y libre sólo existieron en mi deseo.

Dicen que ser libre es estar solo, desprenderse de todos y de todo, para así no tener raíces que te aten ni te amordacen. Yo contigo me sentía libre, no necesitaba tener nada por seguro, más que tus ganas de vivir.
Ahora me doy cuenta de que nadie habló de soledades, de llamadas de buenas noches que ahora ya no suenan, ni de que los cigarros y el chocolate, a medias, saben mejor.
La libertad se nos fue de las manos, y de tan libre que eras, tu sinceridad se fue por otro camino, y sin ella te perdiste tan tu, que cuando regresaste te habías vuelto hipócrita.

Al fin y al cabo, el que se va no vuelve aunque regrese. Aunque sonría igual, hable igual, bese igual, la mirada no vuelve a ser la misma.

Toda mi ropa huele a cuando estabas,
y es que aunque aún sigas aquí, ya te fuiste.