Narración

El miedo

20 diciembre

Creo que nunca entenderé el miedo irracional a perder aquello que más cuidamos en la vida.
Perderte es un auténtico miedo así que olvídate del miedo a mirar debajo de la cama, o el miedo a sentir en ti tal vacío comparable con el mismísimo fondo del océano. 
Mi madre me contaba a menudo que el miedo a perder a alguien querido es como sentir miedo a que mañana mismo el mundo explote.

Mi madre dudaba en que yo dispusiera de suficientes mundos dispuestos a destruirse a lo largo de mi vida, y de que yo tuviese suficiente fuerza como para construir otros de nuevos.
Decía que cuando te quedas sin fuerzas (o sin mundos) te encierras en ti misma desando, continuamente, disiparte.
Yo arqueaba las cejas e intentaba describir mentalmente con exactitud la mezcla de colores que ofrecían a mis pupilas un refuerzo más, para que cuando me hiciera mayor, mi belleza de cría siguiese presente en mi.
Ella sabía de sobras que mis oídos escuchaban, pero que era mi mente, todavía demasiado estrecha la que solo atendía y esperaba con ansias dejar de ver ese verde turquesa mezclado en una danza discreta pero constante con un suave marrón café reflejado en el color negro carbón que poseía mi madre.
Creo que sus ojos transmitían sabiduría a quien se veía reflejado en ellos. Era un negro oscuro y serio, un negro centrado y prudente... Sin embargo era negro. Pero era el negro más bonito que había visto yo en mi vida.

Que explote tu mundo es algo que en este momento ni imaginas pero si lo piensas bien no hay nada que te asegure que en este mismo instante tu estas a salvo. Seas la persona más rica y triste del mundo, o la más pobre y sumamente feliz, ahora todo se reúne en un mismo segundo. Una perdida que explota igual en todos haciendo que dejes de sentir (a veces por un momento, o a veces para siempre).