Narración

Storms don't last forever

24 junio

Querido chico del quinto piso que sale cada madrugada a fumar desde la ventana de su habitación:

No sé quién eres ni tu sabes quién soy yo. 
No se tu nombre pero por las noches me invento tu vida.
No he visto el color de tus ojos pero seguro que son de un verde que hipnotiza. 
A veces te miro y veo en ti algo que no va bien.
Y me pregunto de que te preocupas.
Que ella se haya ido no significa que tengas que perderte tu también.
Dejarla marchar no significa olvidarle. Y aunque a veces pienso que deberías invitarla a fumar contigo y al pasarle el décimo cigarrillo a medias decirle que te mueres por ella y que amas todo lo que ella odia de si misma pero aun que tu terraza está demasiado sola con tu media alma, dejarle machar es aceptar que hay cosas que simplemente no pueden ser, y que esa nube que confunde tu mente no va a estar ahí para siempre, pero ¿sabes? Creo que lo estás haciendo mejor de lo que crees.

Aun así solo quiero decirte que antes de irte recuerda que hay lugares donde aún no has pisado y cosas que aún no has visto. Recuerda que aún hay mucho arte por dibujar y miles de poemas por escribirle. Que te quedan millones de personas con quienes deberías hablar y cientos de amores que irás a recordar. Aún te quedan canciones por escuchar y juegos por ganar así que dime porque, 
¿por que deseas morir?

Narración

Éramos amigos y, a ratos, nos amábamos

12 junio

Y por fin me sentía suficientemente libre como para decirle que ya no la quería. 
Es más. 
Esa noche me sentía bien al decirle que básicamente, nunca había tenido el valor de quererla. Que su vida junto la mía hacía imposible mi felicidad. Que tantos llantos en mis hombros doblaban mi peso y así, se doblaban mis años. 

Y es que finalmente tuve el valor de escribir lo que sentía por ella. 

Su cuerpo me llamaba noche tras noche. 
Era un sin parar de descontrol. Pero entonces, siempre acababa saliendo el sol entre nuestras sábanas y ambos luchábamos por no abrir los ojos.
Luchábamos para ocultar lo que era evidente. Y es que pequeña, no hay duda de que el amor es ciego. Y aunque si fuera el caso, sé que lo último que desearía ver sería tu cuerpo. Pero nosotros no estamos ciegos cariño. 
Nosotros tan solo estamos atados el uno al otro. 

Me da miedo responder, pero mi libertad me llama. Y ya es demasiado tarde.
Me asfixiabas con cada promesa, me arañabas con cada uno de esos insultos y me cortabas con tu tan terrible lengua viperina.

"Lo siento, cariño" -te soltaba día tras día.

Sé que te prometí que nunca me convertiría en lo que soy ahora. sé que he cambiado, pero me cansé de esperar a que tu lo hicieras. Y por cuando me preguntaste como me imaginaba un libro con todas las mentiras que se suponía que tu no me habías hecho suspiré. Lo viste y lo sé, sé que lo entendiste, y lo prometido es deuda pequeña.

Aquí tienes un libro hecho con nuestras mentiras.
Aquí tienes un libro hecho con nuestra historia entera.