Narración

En qué momento el "nada es para siempre" pasó a ser un consuelo

03 febrero

Respirar aire limpio después de una noche entre humos de desconocidos, asfalto mojado y labios secos. Gargantas irritadas y ojos suicidas. Silencio roto por un suspiro ya lanzado al aire. 

Se acerca y me pregunta si todo va bien. Y le digo que sí, que no se preocupe. Un "¿seguro?" es lanzado hacia mí, y me clava esos ojos que parecen hechos de hielo.

"para el mundo corriendo más rápido que él" 
-susurró tan bajito que apenas lo oyeron sus propios pensamientos.

Son mil viernes abrazada a extrañas espaldas, miles de promesas que van a ser rotas por nuevas bocas. Aun que tu solo quieras volver a oír esas que tan falsamente te hacían feliz, y que aun te las creerías solo para notar la sensación de vencer eso que hace poco tiempo etiquetabas como imposible.
Algún día vas a ver esos ardientes ojos marrones que tanto deseas seduciendo a aun más ardientes mujeres.

Y tu pequeña, tu ya no vas a sentir nada.
Y si te derrumbas en un callejón perdido, si esos nuevos e intrigantes ojos de hielo te preguntan, vete con ellos, piérdete, porque quizás nunca vuelvas a verlos.
Y ahora puedo asegurar que no existe mirada más bonita que esa en este mundo.

PARA CUANDO QUIERAS VOLVER A EMPEZAR.