Narración

Fría como el hielo, pero en las manos indicadas se derrite

27 noviembre

Como un simple asteroide que resigue la Ã³rbita de Saturno sin fijarse apenas en su camino. Un asteroide desierto que baila a solas alrededor de un planeta cegador, sin perder el tiempo en mirar a su alrededor. Sin querer darse cuenta de que, de vez en cuando, la vida cambia.

La vida nos cambia.

Llega un día en que aparece un nuevo héroe a tu historia, justo en el momento en que levantas la vista del suelo y te preguntas a ti misma el porqué de tu camino recorrido. Cuando te preguntas como vas a ser feliz siendo la mano izquierda de los diestros, la locura de los cuerdos, la última línea de todos los saltos suicidas, los "te quiero" vacíos en camas demasiado llenas... Cuando te preguntas quien coño es Saturno para hacer que tu cabeza le de tantas vueltas... Maldita fantasiosa gravedad la que ha creado a medida, para ti, esas esposas de humo invisibles. 

Pero hoy ya no están.

Llega un día en que aparece un nuevo héroe a tu historia, justo en el momento en que levantas la vista del suelo y te das cuenta de que no eres un simple asteroide. Quizás nunca llegases a serlo, porque, ¿quién puede estar esposado con esposas de humo?

Llega un día en que aparece un nuevo héroe a tu historia, justo en el momento en que levantas la vista del suelo y sientes almas que besan con palabras, y almas que recitan con silencios.

Y te das cuenta de que todos tus relojes se han roto. Porque no saben calcular eternidades, las que tengo que esperar para volver a verte.
Y es que tu hacías que todos los golpes duros de la vida rozaran en mi como suave terciopelo.
Y es que eres el héroe de mi historia, y yo voy a ser la luz de la tuya.


Narración

More than you deserve

14 septiembre

Y siendo yo la que liaba, acabe siendo yo liada.
Y es que, ¿Quién no se dejaría liar por esos ojos verdes sin fondo donde siempre retumba el eco? 
Esas manos inquietas, esos labios ansiosos, esa mandíbula hambrienta en una atmósfera espacial... 
Me aprendí de memoria su columna vertebral para ciega, seguir el camino hasta su culo. Con los pies llenos de heridas de tantos platos rotos, y veinte mil historias inventadas en su pecho.

No necesitaba más que mirar a través de tus pupilas y sentirme flotando en la galaxia vacía, en un universo paralelo donde el silencio es un idioma y las flores crecen a la luz de la luna y duermen con el sol. Donde no recuerdo las razones por las que sigo queriendo cambiar los domingos, donde la respuesta a lo más sumamente importante es estrellar todos los miedos y botellas de whisky contra el asfalto mojado.

Horas y horas encerrada entre sus sabanas, horas y horas entre sus brazos soñando en vida. Siempre al borde del precipicio de sus ojos, donde no me importaría morir de sobredosis.

Y es que cuando él me mira es así como me siento. Aun no sé con qué clase de brujería lo hace, ni ansío saberlo, pero por instantes de recuerdos, me devuelve a la vida.