El otro dÃa soñé que era una espÃa
de esas a las que pagan a sueldo,
por robar
por matar
o por lo que sea.
La misión de la noche era seducir,
fácil.
Se trataba de una mujer importante,
de un alto cargo polÃtico, creo.
Al fin y al cabo no eramos tan diferentes, jé.
Tal y como he dicho,
fue fácil.
Las mujeres siempre se me han dado bien.
Normalmente después de besarlas no las mataba,
pero a decir verdad,
la recompensa me importaba más
que una mayor libertad de movimientos.
Sin embargo, algo no salió bien.
Esta vez el dinero no iba a cerrar la herida.
Que se abstengan los sensibles,
como yo,
o no.
Estábamos en el baño,
el de mujeres.
Puede sonar cutre,
pero hasta allà abajo olÃa a lujo.
Buen olor para llevarse a la tumba, pensé.
Tengo una mente retorcida,
eso lo sé des de los ocho
o nueve años,
pero, ¿de verdad no se me ocurrió nada mejor para matar
que un martillo?
Siento destrozar vuestras posibles fantasÃas,
pero no hay duda de que
el cliché de "asesina a sueldo"
esta sobre valorado.
O al menos lo acabo de destronar.
Asà pues, utilizando esa herramienta
de construcción con el prefijo inverso,
recreé la imagen más impactante
y terrorÃfica
que habÃa imaginado jamás.
Quizás haber visto Kill Bill la noche anterior
habrÃa tenido algo que ver en eso,
es muy posible.
Un ser condenado
un rostro desfigurado
un cráneo destrozado
lágrimas rodando,
y una amplia sonrisa.
SÃ, una amplia sonrisa.
y es que mientras estaba ultimando a esa mujer
ella no hacia mas que mostrarme una amplia sonrisa
(con dientes incluidos),
y pedirme una y otra vez lo siguiente:
-pero aún asÃ, podremos volver a estar juntas, ¿verdad?
Fue entonces cuando me di cuenta de que,
en realidad,
aunque yo de polÃtica y lujosa tenga poco,
la mujer a la que estaba matando en ese baño perfumado
era yo misma.
era yo misma.
Quizás algún dÃa me atreva a explicar el por qué
de mi auto-asesinato.
De momento, prefiero que siga siendo una simple pesadilla
narrada en sátira y humor,
antes de que se convierta en algo real,
y duela.