Golpista

09 octubre

Ojalá podamos ser desobedientes cada vez que recibimos ordenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común. Ojalá podamos sacar las garras y ser golpistas de nuestra propia vida.

El otro día una buena amiga nos preguntó como describiríamos a un psicópata; calculador, egoísta, mentiroso y manipulador fueron algunos de los adjetivos que salieron con mayor esplendor. Fue entonces cuando me di cuenta de que unos menos otros mas, allí reunidos, amigos, todos podíamos colar por formidables psicópatas idos.
Las raíces chico, estas nunca mienten.
Seres humanos atados de manos y pies a un proceso de des-humanización inminente. Una sirena que nos canta y nos seduce la mente, relamiéndose y con los dientes largos, casi gentilmente.
Me descompuse, dejé de reírme de la fe, así pues la entendí. Seres racionales con la necesidad de creer en algo divino, y mejor aún si este es masculino. Ser idealizado que no haya estado corrompido por la avaricia, esa codicia que nos llega a las pestañas, te digo que en esta vida mas vale hacer caso solo al corazón y a las entrañas.

Y creo que a veces es verdad que la amistad es un castigo, pero que Dios me parta si traiciono a algún amigo, y es que voy en busca de esa clase de torpes que les duelen más las palabras que los golpes, alguien que sepa que la vida consiste en perdonar y agradecer, y que espere de mi poco más que escribir y envejecer, pero por ahora no me queda mas que confiar en que la muerte tenga labios de mujer. 
Lo confieso, a veces sueño con ese beso que me quite el peso y ponga el punto final a este exceso, para así lograr ser libre de este mundo preso. 
Golpista; si me ves abrázame, quizás es lo único que nos quede.

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